De pequeños nos contaban cuentos,
la mayoría de ellos sobre cómo la princesa era rescatada por el príncinpe,
pero ninguno hablaba de las aficiones de la princesa o del príncipe,
cuáles eran sus sueños, sus aspiraciones, qué edades tenían o qué era lo que más amaban hacer en la vida.
No nos hablaban de ello y por eso recuerdo bien cuando veía una película en la que el protagonista o la protagonista perseguían sus sueños hasta conseguirlo,
y cómo sonreía al hacerlo,
cómo su mirada expresaba magia y sentía esa felicidad,
lo recuerdo bien porque me hacía pensar que yo también podía sentir todo eso,
mis sueños,
y llevaba razón,
no era una blasfemia ni una ilusión de niña pequeña, no,
esos sueños me hicieron ser quién soy ahora y estoy segura quién seré,
y parte de ellos los he sentido,
aún me quedan muchísimos porque esa niña nunca paró de soñar y acumuló tantos sueños que tiene para toda una vida,
para toda una vida de disfrutar del camino, de conocerse y ser fiel
a lo que esa niña sintió, que no ha cambiado en absoluto porque es lo que le mueve por dentro,
un camino de no dejarse influir por aquellas personas que no creen en los sueños,
porque son aquellas personas que se quedaron en el cuento de la princesa y no vieron más allá.
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