Vuelves,
y reabres la herida que ya estaba
cerrada, o al menos olvidada,
haces como si no pasara nada pero ambos
sabemos que entre nosotros pasa de todo menos nada,
como si no te hubieras marchado sin
explicación ni corazón,
porque yo te vi por dentro, vi detrás
de esa “seguridad inquebrantable” que les muestras a todos,
vi todo el miedo y sufrimiento que se
escondía en tu mirada,
y aún así decidí quedarme,
porque algo me decía que merecía la
pena, que eras más que todos tus miedos,
que había un tesoro si abrías el baúl y quitabas el polvo,
que había un tesoro si abrías el baúl y quitabas el polvo,
y ahí me quedé yo, buscando la llave
mientras miraba por el agujero de la cerradura,
pero quizás fui una ingenua, y todo
eran ilusiones,
quizás debí hacer caso a eso que
dicen de que no es oro todo lo que reluce,
y tú simplemente eras una imitación,
aunque he de confesar que de las
buenas, porque nos engañaste a todo con tu elegante ego.
No sé como pagaré la deuda que tengo,
sobre todo conmigo misma,
porque ya ha pasado un tiempo y sin
embargo me sigue rebotando el corazón cuando escucho tu nombre en
boca de otros,
aunque el problema mayor lo tienes tú,
porque yo no te habré superado,
pero tú aún no has aceptado que un
día me quisiste y te dio tanto miedo que no dudaste un segundo en
correr hacia el camino más fácil.
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